Yerbas Literarias- Un espacio para disfrutar

Los críticos critican lo que los hacedores hacen.Y, siempre,pero siempre, se quedan mirando al borde del camino.Será por eso que prefiero la palabra escrita a la palabra hablada. Sabe Dios cuántas veces un personaje dice o hace lo que su autor no puede. O cuántas veces más un verso, una palabra o una imagen resuelven tantas horas de fatigadas cavilaciones. De tal suerte, es desde este ser y de este hacer que salen las historias.Historias que te cuento, historias que me cuento, como cuando niños. Historias impresas en el cuero, en lo profundo del alma. De niña imaginaba que los escritores eran señores importantes pertenecientes al pasado. Todos ellos muertos, sabios y lejanos.Ya en la adolecencia el escritor pasó a ser para mí una especie de Robinson Crusoe iluminado. El artista era un ser raro, un elegido de las musas, que tocado por la varita mágica de la inspiración llegaba desde su soledad esclarecida hasta nosotros, simples mortales.Hoy se que todos tenemos una historia que contar y que escuchar. Una historia escrita en nuestros cuerpos, en nuestros días y en nuestras almas.Para toda boca hay una oreja y viceversa. Nuestras vidas se nutren de estas vidas de tinta que anidan en el papel. Sin ellas nuestro mundo se reduce a un vulgar inventario de objetos que se miran y se tocan. Y si la soledad y el silencio son la levadura necesaria para nuestras invenciones, es en el compartir en donde cobran verdadera existencia. Como Pinocho.Y aquí otra vez el cuento empieza

lunes, 29 de septiembre de 2008

Cristales

No, No, No lo hagas!!!!!!!!!!!!- Gritó Verónica. Pero fue un grito para adentro, detrás del cristal cerrado del segundo piso. Apretó contra el pecho a Matías, su bebé de 5 meses y salió decidida. Desesperada. Hoy Matías tuvo fiebre. Me di cuenta por el olor de su cuerpito. Ya estoy aprendiendo a distinguir los olores y los distintos tipos de llanto. En el pediatra charlé con otra primeriza, pero que tuvo a su nena sola. ¡qué ovarios, la mina! Sigue trabajando a falta de otro ingreso y se arregla con todo. Yo creo que llegado el momento, podría haberlo hecho también, pero ahora no se qué haría sin Marcelo. Él me contiene, me da seguridad, confianza. Le costaba la vida de ama de casa de tiempo completo, ella que siempre había estado de acá para allá. Le jodía un poco estar tantas horas sola, sin hablar con nadie, salvo como esta tarde en el pediatra. Su independencia era historia. Y eso que ella había deseado más que nadie una pareja, un hijo, una familia; pero a veces, que se yo… bendita condición femenina. Marcelo llegaba después de las 19hs. Charlaban, cenaban, jugaban con el bebé, miraban TV. Marcelo era un gran compañero y el mejor papá, sin duda. Yo se que el gran amor fue ese tipo, el tal Christian. Se que guarda todo de él. Pero pasados los 30 ¿quién no tiene un pasado? Y además, que podía esperar con él? Un idiota que no la valoraba en nada. Díscolo, retorcido, conflictivo, como él sólo. Porqué será que las minas se enganchan tanto con los tipos más jodidos? Una vez ella le contaba a su amiga (Yo “supuestamente” dormía en el sillón) como leían poemas en voz alta, desnudos a la madrugada o cómo después del sexo a él se le daba por tocar el piano así como estaba ;de la travesía del Inca que hicieron juntos-igual terminaron peleados- de amaneceres junto a la playa. Tenía lágrimas en los ojos. Igual todo eso ya fue. El tipo es un escritor fracasado, devenido en vendedor editorial Eso es lo que es. Ni celos me provoca. Me provocó algo, algo indefinido, nostalgias de algo que no pasó. Yo había ido a visitar a nuestro mega cliente. Ella salía. Nos chocamos. Hubo un segundo de confusión, después, los saludos. Sonrió. Se despidió con un beso. Otra vez un cristal. Está más gorda, pero se la ve feliz. Sí, ya se, todas las versiones apuntan a mí. Christian P. HDP. Yo los pondría a luchar con su desidia. Su no confrontación, muchas veces su abandono. Sí, su abandono. Porque yo me debatía en cuestiones existenciales y su practicidad y sentido común eran una afrenta para mí. Y me dejaban sólo. Yo la quería. Fue la chica más linda que conocí. Hice todo lo que pude, pero no pude conmigo mismo. Nunca entendí qué le pasaba consigo mismo. Qué era lo que en el fondo buscaba Christian. Era un personaje de Subiela: siempre melancólico, siempre insatisfecho. Y se que me quiso, pero era como si un cristal nos separara. Yo buscaba otra cosa. Un laburo satisfactorio, una vida gratificante, una familia, hijos. Yo buscaba otra cosa: no un laburo rutinario, no la comodidad burguesa, no una familia demandante, no hijos. Al poco tiempo me dejaba “Para no joderme la vida”. Con el tiempo fui superando esta historia y entrando en otras historias. Algunas incluso importantes. Cuando me lo encontré ese día, se me movió el piso. Yo ya vivía con Amparo y fantasee con patear el tablero. Lo comenté con ella que , como siempre, escuchó sin decir nada. Estaba ya con Marcelo y justo en esos días nos confirmaron lo que tanto habíamos buscado: Matías venía en camino. Supo que Christian era ahora gerente de la Compañía. Supo que Verónica estaba embarazada. Supo que él/ella no la/lo había olvidado. Una nunca se queda con el GRAN AMOR. Nunca. Simplemente porque el gran amor está hecho de pasiones y éstas no resisten la vida cotidiana. La rutina, los quilombos de laburo, las cuentas a pagar, los cólicos intestinales. El amor es esto, mi hijo contra mi pecho, junto a la ventana, al atardecer. Marcelo llegando con los pañales, de este lado del vidrio. Miró la vereda de enfrente. Christian clavaba sus ojos en ella al tiempo que ponía el arma en su boca. Queda hecho el depósito que prevee la ley 11.723 sobre derechos de autor.

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