Yerbas Literarias- Un espacio para disfrutar

Los críticos critican lo que los hacedores hacen.Y, siempre,pero siempre, se quedan mirando al borde del camino.Será por eso que prefiero la palabra escrita a la palabra hablada. Sabe Dios cuántas veces un personaje dice o hace lo que su autor no puede. O cuántas veces más un verso, una palabra o una imagen resuelven tantas horas de fatigadas cavilaciones. De tal suerte, es desde este ser y de este hacer que salen las historias.Historias que te cuento, historias que me cuento, como cuando niños. Historias impresas en el cuero, en lo profundo del alma. De niña imaginaba que los escritores eran señores importantes pertenecientes al pasado. Todos ellos muertos, sabios y lejanos.Ya en la adolecencia el escritor pasó a ser para mí una especie de Robinson Crusoe iluminado. El artista era un ser raro, un elegido de las musas, que tocado por la varita mágica de la inspiración llegaba desde su soledad esclarecida hasta nosotros, simples mortales.Hoy se que todos tenemos una historia que contar y que escuchar. Una historia escrita en nuestros cuerpos, en nuestros días y en nuestras almas.Para toda boca hay una oreja y viceversa. Nuestras vidas se nutren de estas vidas de tinta que anidan en el papel. Sin ellas nuestro mundo se reduce a un vulgar inventario de objetos que se miran y se tocan. Y si la soledad y el silencio son la levadura necesaria para nuestras invenciones, es en el compartir en donde cobran verdadera existencia. Como Pinocho.Y aquí otra vez el cuento empieza

lunes, 26 de mayo de 2008

Azul- Dedicado a Lourdes

Sube la música hasta inundarlo todo: los vidrios, las paredes azules de la casa azul con pisos azules. Abre el toldo azul del azul balcón y ve un pedazo de noche azul con sus estrellasazules y las ventanas azules de los edificios azules son millones de ojos anónimos que la observan desde su horizonte azul del octavo piso. Por el living corre ese gato azul liberando maullidos y ronroneos azules, entrecortados, bajo la luz azul de la lámpara azul. Mira sus manos azules de soledad, azules a sol y a sombra, y siente el azul de sus venas con su sangre que no es azul, pero palpita un alma azul, que ya corre en un hilo y ya se fuga, para desplomarse sobre la mancha roja. Queda hecho el depósito que marca la ley 11723 sobre drechos de autor

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