Yerbas Literarias- Un espacio para disfrutar

Los críticos critican lo que los hacedores hacen.Y, siempre,pero siempre, se quedan mirando al borde del camino.Será por eso que prefiero la palabra escrita a la palabra hablada. Sabe Dios cuántas veces un personaje dice o hace lo que su autor no puede. O cuántas veces más un verso, una palabra o una imagen resuelven tantas horas de fatigadas cavilaciones. De tal suerte, es desde este ser y de este hacer que salen las historias.Historias que te cuento, historias que me cuento, como cuando niños. Historias impresas en el cuero, en lo profundo del alma. De niña imaginaba que los escritores eran señores importantes pertenecientes al pasado. Todos ellos muertos, sabios y lejanos.Ya en la adolecencia el escritor pasó a ser para mí una especie de Robinson Crusoe iluminado. El artista era un ser raro, un elegido de las musas, que tocado por la varita mágica de la inspiración llegaba desde su soledad esclarecida hasta nosotros, simples mortales.Hoy se que todos tenemos una historia que contar y que escuchar. Una historia escrita en nuestros cuerpos, en nuestros días y en nuestras almas.Para toda boca hay una oreja y viceversa. Nuestras vidas se nutren de estas vidas de tinta que anidan en el papel. Sin ellas nuestro mundo se reduce a un vulgar inventario de objetos que se miran y se tocan. Y si la soledad y el silencio son la levadura necesaria para nuestras invenciones, es en el compartir en donde cobran verdadera existencia. Como Pinocho.Y aquí otra vez el cuento empieza

martes, 20 de mayo de 2008

Ingenio "la Identidad" (Juvenil)

“La Identidad” era el nombre del ingenio que, a su vez, dio nombre a nuestro pueblo. En las buenas épocas supieron trabajar en él más de quinientas personas y así sostener a quinientas familias. Estaba emplazado a la entrada del pueblo, que tenía su centro, en torno a la plaza, frente al Banco, a la Capilla y el Colegio. Frente al colegio, frente a la casa de Juliana, sentados en un banco de la plaza fue que mi padre le pidió por aquel entonces casamiento a mi madre. En él se tejieron miles de historias al ritmo de los cargamentos que salían por semana. Una vez hasta vinieron a filmarnos. Ese día mi mamá nos almidonó y engominó hasta el alma y papá embanderó el frente. Todos estábamos increíblemente felices. Otra vez hubo visita oficial. Yo nunca había sentido latir tan fuerte mi corazón! Desde el descapotable aquella Señora rubia, tan delgada, tan fina, con esas estolas espléndidas nos daba la mano y la gente lloraba, se desmayaba, la besaba. Con el tiempo fui creciendo y me vine a la ciudad a seguir la facultad, que era el sueño de mi padre. Soy Ingeniero industrial. Siempre pensé en recibirme y volver, ya que hasta mi hoy esposa es de allá. Nadie, absolutamente nadie, ninguno de los pocos que hoy quedan saben explicarme el porqué. El porqué de tanto salvajismo, el porqué de tanto ensañamiento, el porqué de tanta deshumanidad. De “La Identidad” nada queda hoy. Los “Ilustres Borradores” hasta eso nos quitaron a fuerza de traer de afuera todo. La gente fue migrando con destino incierto. Yo conservo amigos de esa época, de ese lugar. Siempre soñamos con reflotarlo. Ahora estamos en gestión, hablamos seguido, todos nos estamos preparando para ese momento. Quizá no falte tanto para recuperar “La Identidad”. Queda hecho el depósito que marca la ley 11723 sobre derechos de autor

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