Yerbas Literarias- Un espacio para disfrutar

Los críticos critican lo que los hacedores hacen.Y, siempre,pero siempre, se quedan mirando al borde del camino.Será por eso que prefiero la palabra escrita a la palabra hablada. Sabe Dios cuántas veces un personaje dice o hace lo que su autor no puede. O cuántas veces más un verso, una palabra o una imagen resuelven tantas horas de fatigadas cavilaciones. De tal suerte, es desde este ser y de este hacer que salen las historias.Historias que te cuento, historias que me cuento, como cuando niños. Historias impresas en el cuero, en lo profundo del alma. De niña imaginaba que los escritores eran señores importantes pertenecientes al pasado. Todos ellos muertos, sabios y lejanos.Ya en la adolecencia el escritor pasó a ser para mí una especie de Robinson Crusoe iluminado. El artista era un ser raro, un elegido de las musas, que tocado por la varita mágica de la inspiración llegaba desde su soledad esclarecida hasta nosotros, simples mortales.Hoy se que todos tenemos una historia que contar y que escuchar. Una historia escrita en nuestros cuerpos, en nuestros días y en nuestras almas.Para toda boca hay una oreja y viceversa. Nuestras vidas se nutren de estas vidas de tinta que anidan en el papel. Sin ellas nuestro mundo se reduce a un vulgar inventario de objetos que se miran y se tocan. Y si la soledad y el silencio son la levadura necesaria para nuestras invenciones, es en el compartir en donde cobran verdadera existencia. Como Pinocho.Y aquí otra vez el cuento empieza

miércoles, 21 de mayo de 2008

Concierto para flauta, violín y guitarra

En la oficina nadie lo entiende. Los tipos principalmente qué hace ella conmigo siendo tan joven, siendo linda, inteligente; teniendo tantas otras oportunidades a su alrededor. Las mujeres, en cambio, no me entienden a mí y se que la condenan a ella: cómo teniendo la hermosa familia que tengo, el buen pasar económico, una esposa acorde (que me llama, me cuida, me mima, me cela) dos hijos ejemplares, qué hago con ella. No me lo dicen a mí, pero se que piensan que ella es una trepadora. Que sólo quiere sacar provecho de mi puesto de gerente, de su juventud, de los favores que me hace. Y ¡ vaya favores! Creo que no debe haber ejecutivo que no fantasee con un alivio rápido, en mitad del día, en mitad de la oficina y después rendido y feliz, ver cómo ella se va moviendo ese trasero divino que tiene bajo la pollerita ajustada. ¡ah! Y todo sin pagar un mango ¿eh? Porque pagando, cualquiera. Si no fuese porque soy un caballero…Qué ganas de contárselo a López Marquina que siempre alardea con el barquito, con su nueva nave…La cara que pondría. Pagaría por verlo. Porque cuando te hiciste de abajo como yo, te rompiste el lomo veinticinco años, te bancaste todas…sacrificaste tu sueño de ser deportista, los amigos de toda la vida y la fiestita del jardín de tu hijo para hacer carrera, resulta que un buen día tenés cuarenta y tantos y no valés un cobre. Y estás sólo porque los amigos de verdad ya no están y sí están los colegas, los competidores, los pseudos amigos para refregarte que siempre fueron mejores que vos. Que tienen más plata que vos, mejor formación que vos, mejor acomodo que vos, mejor mina que vos, mejor suerte que vos… Por eso yo los escucho y me río para adentro. ¿Qué busca esta pendeja?…No lo se. O sí lo se. Lo que buscan todas: que me separe, que me case con ella. Y entonces ahí, se acabó lo que se daba. Chau ropita sexy y complacencia, hola los reclamos, la disconformidad, las cuentas… ¡Qué poco sabés de la vida, nena! Yo soy algo así como un padre para ella, que no tuvo padre. Trato de darle buenos mensajes, de explicarle que esto es pasajero, que ya va a llegar alguien para ella, para amarla, para formar una familia. Y yo voy a estar feliz por ella. El otro día me dio un susto. Pero no, no puede ser, porque al principio de todo me dijo que ella se cuidaba. Ah, yo no se nada. Ya tengo dos y tengo bastante. El jueves cuando salíamos del hotel me dijo que está enamorada de mí. ¡cómo si yo no tuviese problemas! A veces pienso que si alguna vez enviudara, no me enganchan más. Me traigo a mi vieja para que me cuide y me doy un gustito con una profesional, de vez en cuando. Cuándo, cuándo es lo que yo me pregunto, cuándo va a definir esta situación. Y todavía se hace el comprensivo, pero yo creo que no se comprende ni a sí mismo. Seré joven, pendeja, como él dice, pero tengo las cosas más claras que todos. Lo que digan en la oficina, no me va ni me viene…si hasta dijeron que me regaló un departamento ¡ojalá!... Igual yo nunca tuve ningún amigo ahí. Nos acercamos de puro sólos que nos sentíamos, yo me di cuenta despues. Al principio no lo tomé en serio. Si tantos tipos habían pasado, ni qué decir de éste. La verdad es que me fui dejando llevar por el jueguito y cuando me quise acordar estaba tomando un café en un bar bien escondido, bien lejos de las ventanas, bien nerviosa por si alguien nos veía. De ahí a salir con el gerente cuarentón y elegante hubo sólo un paso. Pero un paso hermoso, lleno de llamados secretos, miraditas furtivas, notitas en mi comp., una rosa de misteriosa procedencia. Yo nunca había vivido nada semejante. Los pibes de mi edad nunca me trataron así. Creo que estoy enganchada. No.No! soy demasiado inteligente para eso. Soy joven, independiente, tengo una gran carrera por delante. Este año rechacé la beca en Alemania, pero el año que viene la acepto y ¡vida nueva! Ya te vas a arrepentir. En realidad no se, porque hay días en que lo amo, días en que lo odio. Yo no se que hubiera pasado si lo del atraso hubiese sido cierto; él dice que me quiere, pero que no puede dejar a su familia. Yo le dije entonces me lo saco! Él casi lloraba y me pidió que no dijera esas cosas. ¿Qué hace la mujer a todo esto? Porque no me van a decir que no se da cuenta de nada. Creo que la rubia (teñida) vive cómoda y punto. Para qué plantearse nada cuando se tiene una linda casa, lindos hijos y marido solvente. Y todos pueden verlo: la familia, los amigos y vecinos. Las señoras paquetas del barrio y las maestras del colegio bilingüe de los nenes. El paseador del cocker y Luzmila, la sirvienta paraguaya. Y, ante todo, por supuesto, por sobre todo, Dios mismísimo. Yo nunca voy a ser como ella. ¿Cómo pueden existir pendejas tan regaladas como ella? ¿Es que no creen en Dios, en la familia, en nada? Dónde están los padres de esta chica que sale con mi marido? ¿No tiene una madre como tuve yo que le haga entender cómo son las cosas? Ya me hubiera dado mi vieja a la eded de ella salir con un hombre mayor y casado. Creo que eso fue lo que lo hizo casarse conmigo y no andar haciéndome perder el tiempo. Mi padre le puso los puntos y lo decidió. Porque él salía con otras estando de novio conmigo, yo me daba cuenta, no era tarada. Pero yo era una chica para ir en serio. Y terminó casándose conmigo. Una vez me llegó el chisme de que seguía viéndose con una. Pero eso duró hasta que quedé embarazada por primera vez. Creo que necesitaba madurar. Los hombres son así. Por eso a él lo entiendo, en parte. Es hombre, qué se le va a hacer. Cualquier loquita se le regala y él no va a pasar por marica. Al fin y al cabo, es hombre. Cuántas cosas sacrificamos las mujeres… a veces pienso cómo hubiese sido mi vida si no hubiese dejado la facultad cuando me casé. En esa época también trabajaba y a él no le gustaba que volviese tan tarde. Primero dejé el trabajo, después de todo era un sueldo bajo, yo no aportaba mucho a la economía familiar. Al tiempo dejé arquitectura en segundo año; primero pensé que sería sólo por un año, pero después por una cosa o por otra nunca más retomé. Para qué si no tenía necesidad de trabajar, me decía mi marido. Mejor, te quedás a cuidar los chicos. Yo quiero que vos y los chicos disfruten. Es lo único que a mí me importa. Y así fue pasando el tiempo. Ahora ya está. Aunque no se: desde el día en que por casualidad levanté el teléfono de la habitación y lo escuché hablando desde el estudio con su abogado y confidente del problema en que estaba metido, algo me está dando vueltas por la cabeza. Si lo del supuesto embarazo de la chica llegaba a ser cierto, yo le iba a pedir el divorcio. Él está muy confiado en que no lo voy a hacer nunca, pero desde que fui a ese taller de mujeres, se me dieron por pensar algunas cosas. ¿Qué pasaría si retomo la facultad, me busco un trabajo, hago un cambio en mi vida? Eso me lo dijeron mis compañeras del taller y yo lloraba tan desconsolada que la coordinadora vino a abrazarme y me dijo que tenía que ir a un psicólogo. Igual, no creo que lo haga. Un psicólogo necesita la amante de mi marido.¿ Qué tiene esa mujer en la cabeza? Pero ayer sí que la hice bárbaro. Él me había avisado que venía tarde, que no lo esperara a cenar. Ya ni me acuerdo qué pavada inventó.; yo, con mi mejor cara de pelotuda. A media tarde llamé al mal bicho de mi suegra y la invité a cenar. ¡Qué otra le quedaba que largar todo y venir corriendo a ver a su Santa Madrecita! ¡Qué ingenuos son los hombres! Ahora me voy de shopping a reventar la tarjeta. Tengo que cambiar todo el living. Después ropa nueva para los chicos y Spa para mí. ¡Qué gaste! Después de todo, estas tipas van y vienen. Los muebles y la familia son para siempre.

Queda hecho el depósito que marca la ley 11723 sobre derechos de autor.

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